Alex es un marionetista macedonio radicado en Dinamarca, que viaja por Europa con su inseparable Mister Barti, una marioneta suspendida por decenas de hilos que logran algo único en una marioneta: cambia la expresión de su cara para mostrar enfado , alegría o placer. Lo nunca visto.

La historia está basada en el mimo y la música. Barti ama el escenario; al principio es un clásico pianista, pero pronto se transforma en una estrella del rock, interpretando las piezas más conocidas; después muestra toda su pasión en el flamenco con su guitarra española, canta baladas, se enamora de una espectadora y le canta una canción de amor. Al final, desaparece lentamente, de nuevo a dormir en su piano, en su hogar…El resultado es sencillamente asombroso: para no dejar de sonreír y poder mirar, aunque sólo sea por un momento, a través de los ojos de la inocencia.

La inverosímil simbiosis entre manipulador y muñeco hacen que el espectador pueda traspasar la frontera entre realidad y ficción. ¿No es acaso Barti tan humano como Alex? Y es que Barti, el complejo títere, ¡está vivo! Su forma de moverse habla por sí mismo. De repente nos mira, gesticula, muestra sus dientes, mueve sus dedos, y su carácter, sus emociones, sus cambios de humor se reflejan con tanta naturalidad en su rostro de trapo que no puedes hacer otra cosa sino emocionarte. Sus ojos siempre están buscando nuevas oportunidades con las que hacer sentir la esencia de la vida, la alegría más genuina, la inocencia.